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El aceite de neem, también traducido como aceite de nim, es un extracto vegetal del árbol tropical de neem, también conocido como margosa y nimbo. Para su elaboración se prensan tanto sus hojas como sus frutas.
Se utiliza en la India para aplicaciones sobre la piel y el cabello desde tiempos inmemoriales, formando parte de la antigua cultura medicinal hindú. Se le atribuye al dios Indra, rey del cielo, una bendición sobre el árbol del neem, por la que goza de propiedades medicinales.
En los últimos años se ha popularizado su uso en herbolarios y en la cosmética, en el mundo occidental.
También tiene uso como insecticida, ya que su fuerte aroma actúa como un repelente para los mosquitos y otros insectos.
Aceites esenciales
El aceite de neem forma parte de lo que se conocen como aceites esenciales.
Los aceites esenciales naturales son extractos grasos de origen vegetal, ya sea a partir de frutos, raíces, flores, tallos u hojas. Se utilizan por sus propiedades hidratantes, calmantes, antiinflamatorias e incluso en ocasiones, analgésicas, puesto que pueden llegar a aliviar algunas molestias en la piel. Existen aplicaciones en aromaterapia, en masajes, en las cosmética y como ambientadores, puesto que también tienen fragancias agradables.
Para poder estar homologados, deben ser siempre de origen vegetal y utilizarse procesos de elaboración exclusivamente físicos, tales como la destilación con vapor, agua o seca.
Entre los más conocidos, los de flores como el azahar, la lavanda o la rosa. Los que usan las hojas, como la citronela. Los que provienen de la piel de frutos como el limón o la narnaja. Los que mezclan hojas con ramas y otras partes de la planta como el de romero o el sándalo. Los de frutos secos como la almendra, etc.
Algunas características que explican su demanda cada vez mayor, es que son agradablemente aromáticos, untuosos, pero no excesivamente grasos, y por tanto se absorben fácilmente por la piel.
El origen del aceite de neem
Las primeras evidencias arqueológicas del uso de hojas de neem, se remontan a hace unos cuatro milenios. Las excavaciones en Mohenjo-Daro, una de las ciudades más grandes de la antigua civilización indú, en el valle del río Indo, en la actual Pakistán, muestran restos de hojas de neem usadas en emplastos medicinales.
Existe un manual de medicina del siglo primero AC, conocido como el Charaka-Samjita, atribuido a un sabio indio llamado Charaka, que ejerció la medicina. En el mismo se explica el uso de macerados de hoja de neem para curar enfermedades de la piel. También se mascaba para limpiar la boca y los dientes, ejerciendo una función antiséptica.
Usos del aceite de neem
Este aceite es característico por su fuerte olor, su tonalidad oscura y por un sabor amargo. En su composición se encuentran varios ácidos grasos vegetales y esteroles.
Se suele utilizar en el mundo de la cosmética mezclado con otros aceites esesenciales, para suavizar su olor y aprovechar mejor su untuosidad. Lo podemos encontrar en cremas para la piel, en geles y en champús. Incluso en pasta de dientes, aprovechando sus propiedades bactericidas.
Así mezclado con aceite de coco, se puede usar como desmaquillante facial. Y junto al aceite de lavanda o de azahar, puede servir como un relajante aceite para masajes. Resulta particularmente efectivo como complemento para tratar el acné inflamatorio.
Otro de los usos que se le da, es para aprovechar la presencia de azadiractina en su composición, un limonoide que actúa como insecticida.
Toxicidad del aceite de neem
El aceite de neem se consume en la India y Birmania como aderezo de algunos platos locales. Realmente su consumo no tiene mucho sentido en la gastronomía europea, teniendo acceso a aceites más sanos y sabrosos como el aceite de oliva.
En casos de consumo excesivo puede resultar tóxico, pudiendo incluso provocar fallos en el riñón y el hígado. No se recomienda para niños y mujeres embarazadas.