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La obesidad y sobre todo la obesidad mórbida es todo un desafío. Se considera una enfermedad que puede ser metabólica de tipo crónico, con un impacto en numerosos parámetros de salud física y mental. Estos últimos derivados de la dificultad para el descanso y para desarrollar las actividades diarias con normalidad. Requiere ayuda para encontrar sus causas, la motivación por ciertos cambios de hábitos y en ocasiones extremas el uso de un balón gástrico. Este es una solución que debe evaluar un especialista para reducir peso durante algunos meses.
¿Qué es un balón gástrico?
Es un balón de silicona relleno de solución salina que se coloca mediante una intervención médica en el estómago. Este mecanismo ayuda a perder peso, ya que limita la cantidad que puedes comer y contribuye a sentirse lleno más rápidamente. Se introduce por endoscopia y así mismo se retira, después de cinco a seis meses.
Se trata de un sistema parecido a cuando queremos ahorrar agua en una cisterna. Y lo que hacemos es reducir su volumen, introduciendo dentro una botella de agua, que reduce la capacidad de la cisterna. Pues lo mismo hacemos en el estómago. Para reducir su capacidad, introducimos y colocamos un balón dentro del estómago que reduce la capacidad del mismo. Consecuencia: se pierde peso.
Se basa en un principio de física elemental, y su objetivo es conseguir una sensación de plenitud en el paciente, con lo que come menos, y por tanto pierde peso.
¿Para qué sirve un balón gástrico?
Se coloca el balón dentro del estómago para reducir el volumen y la capacidad del estómago. Con ello logramos sensación de plenitud en el paciente, y que coma menos en consecuencia. Ello conlleva la pérdida de peso deseada.
Al igual que otros procedimientos de pérdida de peso, un balón gástrico requiere un compromiso con un estilo de vida más saludable.
Necesitas introducir cambios saludables permanentes en tu dieta, que pueden estar relacionados con ¿qué comes, cuándo comes y cómo lo comes? Seguramente se deberá aumentar el consumo de frutas y verduras, así como reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y grasos. También se requieren cambios en el ejercicio físico, para que forme parte de las actividades regulares. Ambos factores son clave para garantizar el éxito en la pérdida de peso a largo plazo. Existen especialistas que pueden ayudar a modificar estos dos comportamientos.
¿Sirve para todo el que quiera perder peso?
Naturalmente que no.
Está indicado en pacientes que tengan OBESIDAD MÓRBIDA. Y es necesario reducir y tratar la obesidad mórbida porque esta obesidad produce enfermedades graves, tales como diabetes, hipertensión arterial, problemas cardiorrespiratorios y síndrome de apnea del sueño.
La obesidad mórbida se define como el exceso de peso, cuyo índice de masa corporal (IMC) se sitúa por encima de 130.
Índice de masa corporal (IMC)
Para ver si una persona tiene sobrepeso no basta con pesarla en una báscula, puesto que hay que tener en cuenta su altura. No es lo mismo pesar 100 kilos y medir dos metros, que pesar 100 kilos y medir 1,60 metros.
Entonces aplicamos el IMC/índice de masa corporal, que se obtiene de dividir el peso en kilos entre la altura al cuadrado en metros. Eso nos da e IMC de cada persona, que se sitúa entre 15 y 35. Veamos los baremos de este indicador, para definir el nivel de peso de cada persona:
- Entre 15 y 20, significa que se tiene déficit de peso y se sufre una mala nutrición.
- Entre 20 y 24, la persona está en su peso ideal y a priori se debe continuar con el mismo estilo de vida.
- Entre 25 y 30, se tiene sobrepeso y se debe hacer dieta e introducir ejercicio físico para mejorar la salud.
- Si se sitúa en más de 30, tenemos un cuadro de obesidad mórbida, que hay que tratar como un problema de salud grave.
Por ejemplo, una mujer que mide 169 y pesa 67 kilos, tendría el siguiente IMC: 67/(1,69×169) = 23,5. Es decir, tendría un peso correcto.
Desafortunadamente, los estudios del INE muestran que en España, alrededor del 37% de la población mayor de 18 años sufre sobrepeso y un 16% obesidad. Es decir, más de la mitad de la población adulta española tiene factores de riesgo en la salud, asociados a un exceso de peso.
¿Asume riesgos el paciente que se coloca un balón gástrico?
Sí, los asume.
El dolor y las náuseas afectan a un tercio de los pacientes al poco tiempo de la inserción del balón gástrico. Sin embargo, estos síntomas solo suelen durar unos pocos días después de la colocación del dispositivo. Por lo general, se pueden controlar con medicamentos orales usados para reducir naúseas.
Aunque es poco común, es posible que aparezcan efectos secundarios graves después de la colocación del balón gástrico. Llama al médico de inmediato si sientes que la adapatación no marcha bien, si tienes náuseas, vómitos y dolor abdominal en algún momento posterior a la cirugía.
Entre los riegos potenciales se incluye que el balón se desinfle. Si esto sucede, también existe el riesgo de que pueda trasladarse por el aparato digestivo. Esto potencialmente puede producir una obstrucción y por tanto probablemente sea necesario un nuevo procedimiento u otra cirugía, que permita extraer el dispositivo.
Otros posibles riesgos que hay que vigilar, son el inflado excesivo, la aparición de una pancreatitis aguda, de úlceras o incluso que se produzca un orificio (perforación) en la pared estomacal.
¿Cómo prepararse antes de su colocación?
Hay que recordar que estamos hablando de un procedimiento médico importante, Por eso existen ciertos protocolos antes de la colocación de un balón gástrico en el estómago. El equipo especialista te indicará claramente las instrucciones específicas sobre qué debes hacer antes de la endoscopia. Normalmente se realizan varios test y pruebas de laboratorio, así como un análisis clínico.
En todos los casos se darán instrucciones sobre la dieta previa, tanto respecto a la comida como a las bebidas. También se comprobará si se están tomando medicamentos, para buscar alternativas a esos tratamientos.
Resultados de un balón gástrico
Un balón gástrico normalmente hará que nos sintamos llenos al comer antes de lo normal. Y además alarga el tiempo de vaciado del estómago. Tercero, parece que puede alterar los niveles de las hormonas asociadas al apetito.
Evidentemente, la suma de estos cambios, contribuye a reducir las ingestas y a aumentar la sensación de estar colmados.
En consecuencia, llega la pérdida de peso, que será más o menos importante si se acompaña de hábitos de estilo de vida, incluyendo la dieta y el ejercicio. El análisis de casos muestra que en general se produce una pérdida de peso corporal de entre el 7 % y el 15 % en los seis meses posteriores a la intervención