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En mi generación nacida entre los años 60 y 70, la bollería industrial apenas existía y apenas era una opción. Recuerdo como algo mágico las pocas ocasiones en las que de niño comí una «pantera rosa», un bollycao» y similares. Son más bien quienes nacieron a partir de los 80 y 90 quienes más han consumido este tipo de productos, tan apetitosos, pero poco recomendables.
Es verdad que lo excepcional en alimentación no tiene consecuencias y puede asociarse a momentos especiales. El consumo de bollería industrial en ocasiones raras como un cumpleaños, unas vacaciones, etc. no tiene mayores consecuencias que un posible empacho. El problema, y muy serio, es incorporarlo como una solución habitual para una merienda o salida una o más veces por semana.
Te explicamos por qué no son sanos y qué alternativas existen para que los pequeños coman mejor.
¿Qué se incluye en bollería industrial?
Existen varias definiciones de este tipo de snacks, pero vamos a recordar los más comunes:
- Panecillos y bollos, normalmente dulces, a veces recubiertos o rellenos de chocolate, crema u otros rellenos con azúcar.
- Croissants y cruasanes industriales.
- Rosquillas, donuts y otros bizcochos similares.
- Galletas dulces y saladas.
- Magdalenas y muffins.
- Pasteles de hojaldre o de otros tipos y empanadas.
- Barritas energéticas y de cereales.
En todos estos casos, se trata de los productos conocidos como ultraprocesados. Los peores en las pirámides de nutrición de todos los organismos que estudian la alimentación.
De hecho, la OMS ha publicado varios estudios alertando contra el consumo de alimentos ultraprocesados en los países occidentales y el daño que hacen para la salud.
¿Por qué es mala la bollería industrial?
Hay tres ingredientes principales que explican por qué es mala la bollería industrial.Todos ellos se añaden para hacer la comida más apetitosa, pero también adictiva. Veamos cuáles son:
Azúcar
Primero el azúcar, además de dar sabor dulce, es una sustancia a la que el cerebro se habitúa rápidamente, y la reclama de manera inconsciente, y los fabricantes lo saben. Cuando se consume en exceso como sucede en España es pésima para la salud.
Hay varios estudios que analizan el consumo de azúcar en España. Dos de los ejemplos más reconocidos son el estudio ANIBES de la Fundación Española de Nutrición que se repite casi todos los años. Otro más antiguo pero de gran valor, el estudio sobre la ingesta de alimentos y nutrientes en la población española (ENIDE), realizado en 2011-2012 por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
Por desgracia ambos llegan a conclusiones similares, los niños y adolescentes españoles consumen unos 70 gramos diarios de azúcar añadida. casi el triple de azúcares libres o añadidos del límite recomendado por la OMS, situado en 25 gramos.
Los principales efectos en la salud a medio y largo son los siguientes:
- Sobrepeso y obesidad, que a su vez desencadena otros problemas de salud física e incluso mental.
- Riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
- Enfermedades cardiovasculares.
- Algunos tipos de cánceres.
Grasas saturadas
Las grasas saturadas, son de nuevo un ingrediente que mejora la palatabilidad de los bollos. En concreto dan un sabor cremoso y placentero a los bollos. Pero de nuevo suponen una bomba a largo plazo para la salud.
Los estudios sobre alimentación nuevamente reflejan un esceso de consumo por parte de los niños, asociado al consumo de bollería industrial, comida rápida, carnes grasas y postres lácteos ricos en nata.
Cuando analizamos el efecto negativo de un consumo excesivo de grasas saturadas en la infancia llegamos al mismo tipo de enfermedades que acabamos de ver. Por tanto la suma de un exceso de azúcar y grasas saturadas acentúa los riesgos a largo plazo de enfermedades del corazón, obesidad, diabetes tipo 2 y varios tipos de cánceres.
Aditivos
Finalmente, los aditivos, como conservantes, colorantes, emulgentes, etc. Permiten que los productos duren más tiempo y que tengan mejor sabor y textura a cambio de desnaturalizarlos y hacerlos más peligrosos para la salud a largo plazo.
Por desgracia son nuevamente habituales en la bollería industrial.
Conclusión
La bollería industrial sólo debe consumirse de manera excepcional. En la medida en que se introduce de manera regular, tiene ingredientes que son adictivos. Por eso acaban provocando problemas de salud graves.