Tabla de contenido
El calabacín pertenece al género denominado Cucurbita o Cucurbitáceas, como la calabaza, sandía, el melón o el pepino. Hablamos de plantas herbáceas y rastreras, con un ciclo vital anual. Proliferan en climas cálidos y húmedos.
Esta hortaliza es muy versátil en la cocina, su sabor suave y su textura esponjosa, la hacen apta para multitud de platos, desde cremas, hasta tortillas y quiches.
Historia del calabacín
La llegada de españoles y portugueses a América, es uno de los periodos de mayor intercambio de alimentos de la historia. Como la calaza, el calabacín tiene su origen en tierras americanas. Existen otras variedades cuyo origen se sitúan en la India, pero en todo caso las que se consumen en Europa tienen procedencia americana.
Sin embargo, el calabacín originalmente tenía un sabor algo más amargo. Fueron algunos agricultores italianos quienes hace tres siglos, a través de cruces genéticos y selección de ejemplares, consiguieron los ejemplares más suaves que degustamos actualmente. Este es el motivo de que también se le conozca como zucchini.
A modo de curiosidad, este es el nombre con el que se le denomina en inglés. Y es un producto que forma parte del recetario norteamericano, por ejemplo con el célebre zucchini bread, una especie de pan o bizcocho que contiene calabacín.
Producción de calabacín
La producción mundial supera los 5.000 millones de toneladas anuales, Estados Unidos es uno de los principales productores y cada 8 de agosto celebran el National Zucchini Day
España es el primer productor europeo, seguido por Italia, y tiene una fuerte actividad exportadora.
La producción nacional de calabacín se aproxima a las 600.000 toneladas, cas el doble que hace 15 años. Esto se debe a la alta productividad de los cultivos de invernadero, especialmente en la provincia de Almería.
Fuera de la península, existe una importante producción local en Las Palmas, que abastece al conjunto de las islas canarias.
Cultivo en huerta
La siembra del calabacín se realiza tras los últimos meses del invierno, para evitar el riesgo de heladas, ya que esta planta no resiste las temperaturas excesivamente frías.
Así a partir de marzo o abril, dependiendo de la latitud, podemos depositar un par de semillas por maceta y cuando germinen, seleccionar la que parezca más sana.
A hora de trasplantarla debemos pensar en un espacio de alrededor de un metro cuadrado y preparar el terreno con un buen aporte de sustrato ecológico, tal como el humus de lombriz o estiércol.
A partir de mayo, cuando el calor empiece, hay que regarla con cierta frecuencia, asegurándonos que el terreno siempre disponga de una cierta humedad.
Al ser una planta rastrera, la podemos dejar crecer a nivel del suelo, si bien es más cómodo para su cuidado, colocar unas guías para tutorar sus ramas.
En la época de floración podemos observar dos tipos de flores diferentes, ya que son de distinto sexo.
Una vez que el calabacín empieza a crecer, es conveniente realizar una ligera poda de la rama principal, para facilitar que la planta desarrolle un mayor número de ramificaciones y de frutos. Cuando las piezas alcanzan los 15 o 20 centímetro está listo para la recolección. Seremos cuidadosos para hacer un corte limpio y no dañar otras partes de la planta.
Información nutricional del calabacín
El calabacín se asemeja nutricionalmente a la cabaza, en cuanto a sus principales indicadores nutricionales, especialmente por su contenido de minerales y vitaminas.
Su contenido en agua puede superar el 92%, por los que es poco calórico. Al igual que otros frutos similares, como la calabaza o el pepino, son adecuados en dietas equilibradas.
Cuando se consumen como acompañamiento de carnes y de alimentos más contundentes, ayudan a evitar un consumo excesivo de estos. Y es que su fibra y el agua, tienen un efecto saciante que contribuye a evitar comidas excesivas y a reducir el nivel de colesterol en nuestro organismo.
Contiene abundantes carotenos como la luteína y la zeaxantina, apropiados para la función visual. Estos fitonutrientes previenen la degeneración macular asociada al paso de los años.
Si nuestra dieta es equilibrada, su alto nivel de vitamina A y sobre todo C, aporta numerosos beneficios a la salud. Desde la disminución del riesgo de desarrollar aterosclerosis hasta la conservación de una piel mejor conservada, por su poder antioxidante.
Respecto a los minerales destaca el hierro, el fósforo y sobre todo el potasio, que ayuda en la función cardiaca.
Para terminar el calabacín es una fuente de ácidos grasos Omega-3, que tienen propiedades antiinflamatorias.
Consejos para consumirlo
Hay tres recomendaciones para sacar el máximo partido en su uso:
El primero sería consumirlo lo más fresco posible, puesto que su textura y sabor se deterioran rápidamente tras su recogida. Conviene conservarlos frescos en la nevera y cocinarlos en los tres o cuatro días siguientes para disfrutarlos mejor.
Si queremos conservar el máximo de sus vitaminas, mejor es lavarlo a fondo y dejarle la piel, o al menos parte de ella.
También hay que evitar un tiempo de cocción o de cocinado excesivo, mejor que esté relativamente entero a pasado.
Recetas de calabacín
Una de las cosas que más nos gusta del calabacín es su gran versatilidad, ya sea como ingrediente principal o como acompañamiento. En cremas y purés, cocido con otras verduras, en tortillas o en quiches, por poner algunos ejemplos.
Se puede cocinar al vapor, en olla rápida, en sartén o en el microondas.