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¿Cómo cambiar nuestra interelación con otras personas? La comunicación es una de las herramientas que nos define como especie. Siendo animales sociales por naturaleza, necesitamos comunicarnos para establecer vínculos con otras personas.
Muchos problemas interpersonales se relacionan con el uso de estilos de comunicación que no resultan positivos. Resulta esperanzador saber que, tal y como ocurre con el deporte, la práctica nos permite poder cambiar y mejorar nuestra forma de comunicarnos. Este artículo se centrará en entender a qué nos referimos con comunicación, cuáles con sus características básicas, los estilos comunicativos que podemos adoptar y como cambiar aquellos aspectos de nuestra comunicación que nos traigan consecuencias negativas.
¿A qué nos referimos con comunicación?
La comunicación se define como un proceso de intercambio de mensajes, entre un emisor y un receptor. Dicha palabra deriva del latín “communicatio”, que hace referencia al acto de compartir o participar en algo en común con otra persona.
Sería imposible plantear una vida en sociedad sin la existencia de la comunicación. Es la principal vía por la que podemos expresar y compartir información, establecer vínculos, organizarnos y llegar a acuerdos. Los seres humanos nos comunicamos a través de dos formas:
- Comunicación verbal. Es exclusiva de los seres humanos, y se basa en el uso del lenguaje. Puede darse de forma oral o escrita.
- Comunicación no verbal. Hace referencia al lenguaje de nuestro cuerpo, los sonidos o signos no lingüísticos que semitimos cuando estamos con alguien.
Como seres humanos podemos llegar a adoptar distintos estilos de comunicación. La elección de uno u otro dependerá de las herramientas de las que estemos dotados, el ejemplo recibido por nuestras figuras de referencia, o las dinámicas de relación que tengamos con cada persona. Sea como sea, cada estilo tendrá unas consecuencias concretas de deberemos valorar. Nunca es tarde para reflexionar sobre la forma en la que nos comunicamos y como cambiarla.
¿Cómo cambiar? Estilos de comunicación: características y consecuencias
Los estilos de comunicación son la forma en la que intercambiamos información con las personas. Por esta razón, resulta muy importante pararnos a reconocer y gestionar nuestras formas de comunicarnos. Éstas se relacionan con la calidad de las relaciones que podemos llegar a establecer con el resto.
Los tres grandes tipos de estilos de comunicación son:
Estilo pasivo
La principal característica de este estilo es que la persona inhibe o resta importancia a sus ideas, opiniones o necesidades. Este estilo se suele dar en situaciones en las que la persona siente miedo o inseguridad.
Los principales signos a nivel no verbal son un tono de voz bajo y tembloroso, y poco contacto visual. A nivel verbal, escasean los mensajes concisos, siendo sustituidos por dudas y expresiones como “quizás, no te molestes, te importa mucho que…”
Este tipo de comunicación suele generar conflictos relacionados con reproches, resentimiento o tristeza hacia la otra persona. Al no comunicar con claridad nuestras peticiones o necesidades, éstas no podrán ser negociadas con la otra persona. El emisor sentirá confusión al recibir el mensaje, y el receptor puede tener una sensación de poco control y mala imagen de sí mismo.
Estilo agresivo
Mediante este estilo de comunicación, la persona impone sus necesidades y opiniones sobre la otra persona, bloqueando la posibilidad de una negociación. No existe un esfuerzo por entender el punto de vista de la otra persona.
A nivel no verbal, es común el uso de una mirada desafiante, un tono de voz elevado y una expresión facial que muestra agresividad y enfado. Los mensajes verbales suelen ser imposiciones, expresadas en frases como “deberías, si no lo haces, ten cuidado, por tu culpa…”
Este estilo de comunicación suele desembocar en conflictos graves en las relaciones interpersonales, llevando incluso al extremo de la ruptura de la relación. El emisor suele experimentar frustración e insatisfacción con sus interacciones, mientras que el receptor puede sentir miedo y rechazo hacia la otra persona.
Estilo asertivo
A través de este estilo, se produce un intercambio en el que la persona expresa con claridad y honestidad sus opiniones o necesidades, sin olvidar la perspectiva de la otra persona.
Mediante la asertividad, el lenguaje verbal del emisor suele ser tranquilo, con una mirada directa pero no desafiante. La expresión de las ideas es adecuada, a través de mensajes como “yo creo/pienso/siento, ¿qué piensas?, a mí me gustaría…”
Este estilo de comunicación permite que las relaciones interpersonales sean horizontales y satisfactorias. El emisor experimenta una sensación de tranquilidad y control sobre sus interacciones. El receptor podrá comprender con claridad lo que la otra persona quiere o necesita.
¿Cómo cambiar nuestra forma de comunicarnos?
Al reflexionar sobre la forma en la que nos comunicamos e interaccionamos con el mundo, es muy común encontrar aspectos que nos gustaría mejorar de nosotros mismos.
Marshall Rosenberg, un reconocido psicólogo estadounidense, se interesó de forma profunda en el fenómeno de la comunicación. De esta manera, ideó la Comunicación No Violenta (CNV), una forma de interacción que nos guía para poder llegar a interaccionar de una forma saludable, consciente y sincera con el resto de personas. Rosenberg propone un proceso mediante el que podemos lograr una comunicación no violenta, basado en varios pasos.
Fases de la Comunicación No Violenta
- Observación. En primer lugar, debemos observar con objetividad qué ocurre en una situación concreta: observar qué dice o hace una persona concreta. Describir este aspecto, sin juicios de valor, deber ser la primera parte de un proceso de comunicación. A modo de ejemplo: tu pareja no recoge la mesa después de comer.
- Sentimiento. Tras haber hecho esta observación, debemos reflexionar sobre cómo nos sentimos con la misma. A modo de ejemplo, el hecho de que tu pareja no recoja la mesa después de comer puede generarte molestia.
- Necesidades. El siguiente paso consiste en qué necesidades se conectan con las emociones que hemos experimentado. Normalmente las emociones son sensaciones que nos avisan de que una necesidad personal no está siendo respetada. Continuando con el ejemplo anterior, el malestar que te produce que tu pareja no recoja la mesa, se puede relacionar con una necesidad de orden en los espacios comunes de convivencia.
- Petición. Siendo consciente de los tres aspectos anteriores, la comunicación finalizaría con una petición específica que aborde el conflicto. Con nuestro ejemplo anterior, podríamos plantear unas normas básicas a través de las que repartir esta tarea de forma equitativa.
Recogiendo los cuatro pasos para lograr una Comunicación No Violenta en la situación descrita, podríamos expresarnos de la siguiente manera:
“Carlos, me molesta ver que la mesa no queda recogida después de comer, porque necesitaría que hubiera algo más de orden en los espacios que compartimos en nuestra convivencia. ¿Estarías dispuesto a recogerla tú después de comer los lunes, martes y miércoles?”
Todo ello, en un tono tranquilo, sin agresividad.
¿Cómo cambiar la comunicación? En definitiva, siguiendo estas pinceladas como una guía a la hora de comunicarnos, notaremos mejoras en nuestra forma de relacionarnos con el resto. A todos aquellos que quieran profundizar sobre la CNV, les recomendamos leer “Comunicación no violenta. Un lenguaje de vida” del propio Marshall Rosenberg. Profundizando sobre estos aspectos lograremos cambios más profundos.