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El desarrollo de la comprensión lectora es clave en el proceso de aprendizaje de los niños. Por un lado, exige asimilar un proceso cognitivo, no solo de decodificación sino de comprensión global de un texto. Y posteriormente adquirir una capacidad crítica sobre lo que se lee. Hoy en día la mayoría de la población adulta tiene una buena capacidad lectora y de comprensión. Pero no siempre fue así, hace apenas 40 años el índice de analfabetismo era todavía elevado en los mayores de 60 años.
Los retos en las sociedades modernas sobre la lectura son distintos. Por un lado, existe una generación de jóvenes y adolescentes, que en parte, tiene dificultades para concentrase en una lectura. Se sabe que es consecuencia del uso excesivo de dispositivos móviles y la exposición continua a redes sociales. Por otro lado, hay niños de primaria que, por diferentes razones, tienen un retraso en la adquisición de esta capacidad.
¿Qué es la comprensión lectora?
Se trata de un proceso cognitivo complejo que exige utilizar diferentes habilidades, conocimientos y destrezas de un individuo. Su objetivo es poder construir una representación mental sobre el significado del texto (Kintsch & van Dijk, 1978, Kintsch, 1998).
Por tanto, no se trata simplemente de comprender el significado de las palabras que se leen, sino de alcanzar la profundidad de las ideas que hay detrás de un texto. Para obtener un sentido general y relacionarlo de manera crítica, con los conocimientos y experiencias con las que el lector cuenta previamente.
En resumen, tenemos tres niveles de comprensión lectora:
- Primero, la identificación y comprensión de las palabras leídas.
- Segundo, la interpretación global del texto.
- Tercero, la capacidad de emitir juicios y opiniones sobre lo que hemos leído.
Cuando se consiguen cumplir estas tres fases de una lectura, existen muchas más posibilidades de que se instalen los aprendizajes en la memoria de largo plazo. Reforzando a su vez, el conocimiento y la capacidad futura de ser críticos con otro texto o ideas. Es decir, este proceso exige la acumulación de conocimiento. En matemáticas no podemos avanzar hacia las multiplicaciones si no conocemos las sumas. Con la misma lógica, un pequeño avanzará mucho más lejos en la comprensión lectora, en la medida en que acumule más conocimiento de lecturas y experiencias previas.
Es así, además de incentivando otros ámbitos artísticos como la música, el teatro, la pintura o las exposiciones que un joven adquiere un nivel superior de conocimiento al que llamamos cultura. En general cuanto más cultos sean de mayores, mayor criterio tendrán para analizar la sociedad en la que vivan, los retos a los que se enfrenten y capacidad para tomar decisiones importantes que afecten a su vida.
Los padres y la comprensión lectora de sus hijos
El aprendizaje de la lectura y el desarrollo de la comprensión lectora son claves en las primeras etapas del aprendizaje de los niños. Se trata de una misión tanto de la escuela como de las propias familias.
Veamos algunas reflexiones sobre cómo los padres, familiares o tutores pueden acompañar con esta tarea a sus hijos:
- Asociar la lectura con el juego. Los padres o tutores de un menor, pueden regalar cuentos a los pequeños para incentivar la lectura. Y sentarse con ellos para disfrutar con el libro, y es que los chicos aprenden mejor en edades tempranas a través del juego. La sensación de jugar les estimula y les activa el interés. Por eso, hay que saber identificar cuentos que les atraigan e interesen. Y ¿por qué no? Ejercitar nuestras aptitudes de teatralización. Nada más divertido para un niño pequeño que exageremos la entonación para acompañar los momentos dramáticos, divertidos o sorprendentes de una historia.
- Explorar sus preferencias. Cada niña o niño puede tener una preferencia por ciertas temáticas infantiles. Es el rol de los padres, estar atentos a esas preferencias y proponerles lecturas sobre las mismas. Los dibujos y las ilustraciones forman parte de los elementos que estimularán su interés.
- Hacerles leer y asegurarnos que comprenden todas las palabras y conceptos. Después preguntarles por la historia y los personajes de la misma, para que traten de sacar conclusiones sobre la historia. Podemos terminar pidiéndoles una interpretación de la historia. Evidentemente tenemos que usar un lenguaje sencillo y comprensible cuando les preguntemos y les pidamos su opinión.
- Darles ejemplo. Otra cuestión importante es el ejemplo que les damos. Los niños aprenden por imitación, así que nada peor que unos padres pendientes del móvil cuando están en casa. De poco sirve regalarles libros infantiles si nunca nos ven leer y en cambio nos ven pendientes de una pantalla.