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La contractura de cuello o contractura cervical es una molestia bastante común y relacionada con los estilos de vida actuales. Ya sea por las horas de trabajo delante de un ordenador, en un vehículo o en casa, por malas posturas durante largo tiempo,es relativamente fácil desencadenar este molesto dolor.
Para curar y hacer que desaparezca necesitamos un cambio de posturas y hábitos. También existen fármacos que alivian el dolor y relajan la musculatura. Pero cuando la contractura persiste durante un periodo largo de semanas o meses, su desaparición puede tardar también varias semanas.
¿Qué es la contractura de cuello?
La contractura no es otra cosa que una contracción muscular involuntaria e inconsciente, pero continuada, mientras realizamos una actividad o frente a un estímulo exterior.
Esta posición forzada provoca dolor por tres mecanismos:
- puede presionar la posición de los huesos y articulaciones, amplificando el dolor.
- Suele comprimir los pequeños vasos sanguíneos que riegan el músculo, agravando la molestia.
- Puede presionar nervios que nacen en la columna cervical y que se extienden por brazos. Por eso, en ocasiones podemos notar un hormigueo, calambres o una sensación desagradable en las manos y brazos.
El trapecio
Disponemos de varios músculos que facilitan el movimiento del cuello y que sostienen la cabeza. El más importante es el trapecio, un músculo grande, alargado en paralelo a la columna vertebral y triangular, ya que se proyecta hacia el hombro. Nace en la base del cráneo, lo que explica que cuando tenemos este tipo de contractura, a veces aparece dolor de cabeza. Normalmente este es el músculo que se carga o agarrota, en lenguaje popular, cuando sufrimos una contractura de cuello.
Si la contracción se centra en el cuello o en la base del mismo, hablamos de dolor cervical. En otras ocasiones es más abajo, en la zona lumbar, donde se cargan los músculos, y hablaríamos del también común, dolor de lumbago.
¿Por qué se producen contracturas en el cuello?
Existen diferentes tipos de contracturas que revisten mayor o menor gravedad.
También existen causas diferentes que pueden producirlas y que precisamente provocan más o menos molestias.
- Accidentes de circulación, típicamente cuando recibimos un golpe trasero y se produce un latigazo en la espalda. Se trata de casos que pueden llegar a ser graves y duraderos.
- En ocasiones pueden provenir de una hernia cervical, de un proceso de artrosis o de lesiones degenerativas similares.
- Sobresfuerzos físicos no habituales, como una mudanza, un transporte de cajas, etc.
- Exposición a corrientes de aire frío o a un chorro directo de aire acondicionado. En estos casos el músculo puede responder de manera inconsciente con una contracción involuntaria e inconsciente que acabe derivando en una pequeña lesión.
- Lo más frecuente es que los casos leves de contractura estén relacionados con posturas forzadas durante la jornada laborar. Es el caso de quien trabaja con ordenadores o de los conductores de vehículos.
¿Cómo aliviar la contractura en el cuello sin medicación?
La primera respuesta a un cuello contracturado es el reposo. Si no total, al menos parcial, evitando sobresfuerzos y sobre todo las posturas que agravan el dolor.
Los collarines son efectivos, ya que inmovilizan la zona cervical y fuerzan un ligero estiramiento, evitando que hagamos gestos que nos hagan más daño.
La aplicación de calor en la zona, por ejemplo, con una bolsa caliente o una manta eléctrica, o simplemente una buena bufanda, siempre ayuda. Lógicamente a evitar una pieza grande en verano.
¿Qué tratamientos existen para las contracturas de cuello?
Lo primero que hay que recordar, es que cuando se sufre de manera regular esta molestia, hay que acudir a un sanitario, quizás nuestro médico generalista nos pueda orientar o bien debamos acudir a un traumatólogo. La traumatología es la especialidad médica que se focaliza en las lesiones óseas y musculares, así como en su recuperación.
Una vez que se ha realizado un tratamiento de choque contra el dolor más agudo, lo ideal es acudir a un fisioterapeuta. Estos sanitarios están capacitados para a través de programas de rehabilitación, relajar las contracturas y mejorar el riego en la zona.
A nivel de farmacología, los medicamentos más comunes para aliviar este dolor, son:
- Los geles antiinflamatorios tópicos de aplicación en la piel, son adecuados para los casos más suaves. Actúan relajando la musculatura y produciendo calor en la zona, es decir una vasodilatación, que aumenta el riego sanguíneo.
- Los antiinflamatorios por vía oral, tales como el ibuprofeno, naproxeno, etc. Es un recurso si después de un tiempo, no conseguimos mejorar la situación.
- Los relajantes musculares. Entre las más conocidas las benzodiacepinas. Tienen capacidad relajante y sedante, pero suelen ser adictivas. Por eso y sus posible efectos secundarios no se deben administrar durante un largo periodo de tiempo.
Prevención
Existen hábitos que reducen el riesgo de sufrir contracturas relacionadas con los malos hábitos.
- El ejercicio físico regular, frente al sedentarismo, ayuda al fortalecimiento del tono muscular. Se debe evitar en personas mayores o con problemas en las articulaciones, deportes como correr o levantamiento de pesas. Andar a buen paso durante al menos 45 minutos, es uno de los mejores ejercicios para cuello y espalda. También la natación, evitando el estilo de braza y desarrollando idealmente la natación de espaldas.
- Yoga, taichi o pilates. En estos casos es recomendable acudir a sesiones de iniciación con un monitor, al que expliquemos nuestros problemas de cervicales, antes que empezar directamente un curso online por nuestra cuenta.
- Realizar estiramientos Más allá del ejercicio físico, cuando estiramos después de una jornada de ordenador, obtenemos una serie de beneficios. Mejoramos la flexibilidad de las articulaciones, aumentamos el riego sanguíneo muscular, reducimos el riesgo de lesiones antes de hacer deporte y relajamos la musculatura.
- Evitar el sobrepeso y la obesidad. El exceso de kilos ejerce una presión adicional sobre todo el sistema esquelético-muscular.
- Optimizar el equipo ofimático con el que trabajamos. Adecuar el sillón para que tengamos un buen respaldo y abrazaderas, disfrutar de una buena luminosidad, contar con una pantalla adicional a la altura de los ojos, un teclado para enchufar al portátil y que nos resulte cómodo y trabajar con un ratón. Todas estas iniciativas ayudan a prevenir la aparición de contracturas cuando se pasan muchas horas frente a un teclado.
- Administrar pausas en el trabajo. Si trabajamos sentados, levantarnos cada 50 minutos y caminar un rato. Y si estamos de pie, buscar momentos para sentarnos. Los conductores de taxis, autobuses y otros transportes, deberían de aprovechar las pausas para dar un paseo y estirar.
- Cuidado con las mudanzas, levantamiento de cajas, transporte de muebles, etc. Las personas más jóvenes gozan de una flexibilidad en las articulaciones y músculos, que los más mayores pierden paulatinamente. Si no estamos acostumbrados y tenemos que realizar una actividad similar a las mencionadas, es mejor buscar ayuda y evitar los esfuerzos excesivos.