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Vivir el desamor es una de las sensaciones más desagradables en la vida. Tanto es así, que se ha elegido como temática para películas, series, canciones… Y es que deja una huella desgarradora, aunque sea una experiencia que nos pueda llevar a entender mejor quiénes somos.
Este artículo se centrará en aproximarse al qué nos ocurre cuando nos enamoramos. Por qué el desamor nos resulta tan desagradable, las fases psicológicas tras una ruptura amorosa y qué alternativas tenemos para gestionar conflictos, antes de que confluyan en un proceso de desamor.
Teoría del apego y relaciones de pareja
Como seres humanos tendemos a la búsqueda de vínculos con personas que nos aporten seguridad y estabilidad personal. Desde la teoría del apego se defiende que los primeros años de vida, consolidan los modelos de relación interpersonal, incluyendo la relación de amor. Las expectativas que se van generando durante la infancia, sobre cómo responde el resto de personas a nuestras llamadas de cuidado, quedan estrechamente vinculadas al tipo de relaciones de pareja que la persona adulta tenderá a construir.
Estilos de apego
De esta manera, se pueden desarrollar distintos estilos de apego:
- Apego seguro. Los niños que desarrollan este tipo de apego, han contado con cuidados cuando los han necesitado. Por ello desarrollan una curiosidad por explorar el mundo, unida a una mayor sensación de seguridad. Al ser adultos, tendrán más posibilidades de establecer relaciones en las que detectar, y responder positivamente, a las necesidades que surjan en la pareja y a nivel personal. También tendrán más herramientas personales para superar un desamor.
- Apego evitativo. Este estilo se desarrolla cuando las necesidades del niño no suelen ser atendidas. Por ello, no desarrollan el instinto de buscar a sus cuidadores, durante la exploración del mundo. De adultos tendrán mayor tendencia a ser independientes y a no buscar la ayuda de la pareja al necesitarla. Pero también a no ocuparse de las necesidades de la misma. Una de las dificultades cuando se enfrentan a procesos de ruptura amorosa, es la dificultad de comunicación y de comprensión de la pareja.
- Apego ambivalente. En este caso las figuras de apego brindan cuidados de forma intermitente. Esto provoca una inseguridad en los niños, que incide en que no quieran explorar el mundo. Nunca están muy seguros de si sus necesidades serán respondidas o no. En el futuro serán personas poco independientes a la hora de resolver sus problemas, buscando compulsivamente la atención del resto para lidiar con sus miedos. Este grupo es probablemente el que más dificultad tendrá para gestionar un proceso de desamor por su inseguridad.
Esta teoría demuestra que el apego infantil, es un buen predictor del tipo de pareja, relaciones y dinámicas que estableceremos como adultos, aunque haya otros muchos factores que también pueden influir. Así, el estilo de apego, también se relacionará con la forma en la que enfrentaremos la separación, en caso de rupturas emocionales.
Fases de duelo durante el desamor
Una relación de pareja sana, es uno de los pilares de estabilidad en las personas adultas. Por ello, cuando se vive una separación, existe un proceso de readaptación a la nueva realidad. Este, recibe el nombre de duelo. Suele ser muy personal y subjetivo, pero cuenta con fases que tienden a repetirse en todas las personas que lo viven:
- Aislamiento y negación. Es un mecanismo de protección ante la dificultad de asimilar el impacto de la ruptura. La persona niega la realidad y trata de actuar con una falsa normalidad. Es importante, que la persona vaya aceptando la realidad poco a poco, con mayor objetividad y comprendiendo su nuevo escenario vital.
- Ira. Al ser consciente de la realidad, la persona desarrolla una rabia muy fuerte. Esta se puede canalizar hacia quien le ha dejado, hacia otras personas ajenas o incluso sobre sí misma.
- Negociación. Al avanzar por esta fase, se comienza a aceptar la situación y a buscar el acercamiento a la pareja de nuevo, para negociar un nuevo escenario. Esta fase debe gestionarse bien, ya que un acercamiento poco sano, podría empeorar el proceso.
- Depresión. La persona comienza a ser objetiva y acepta que no volverá a recuperar la relación, tal y como existía anteriormente. Este choque de realidad suele acompañarse de emociones intensas de tristeza ante la pérdida.
- Aceptación. Poco a poco se entiende de forma real que la relación se acabó y se comienza a focalizar en un nuevo futuro y oportunidades. Suele acompañarse de sensaciones de paz y liberación, concluyéndose la fase de duelo.
Culminar un duelo con la fase de aceptación, es el desenlace ideal para el crecimiento personal. Nos hace salir fortalecidos, y más sabios, conociéndonos mejor ante situaciones complejas.
Sin embargo, existen casos en los que el malestar que provoca el desamor, supera la capacidad de gestión de la persona. Hay un estancamiento que produce estados emocionales negativos prolongados en el tiempo. En estos casos, se aconseja el apoyo de un profesional de la psicología, que facilite la culminación del proceso.
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando vivimos un desamor?
La temática del amor y el desamor, también ha sido de interés en el campo de la neuropsicología. Investigaciones en esta rama de la psicología, han demostrado que cuando nos enamoramos, nuestro cerebro libera numerosos componentes químicos, que se relacionan con las sensaciones experimentadas en las primeras fases del enamoramiento: adrenalina y noradrenalina, relacionadas con la conducta sexual, la motivación y atención hacia la persona y la dopamina, neurotransmisor del placer.
También se reporta una alteración que afecta al lóbulo prefrontal, zona del cerebro relacionada con funciones ejecutivas superiores: toma de decisiones, planificación, resolución de conflictos, etc. Esto justificaría el “atontamiento” propio de los primeros meses de enamoramiento.
A medida que la relación avanza, los niveles de nerviosismo, deseo o inquietud van disminuyendo. Todos los componentes neuroquímicos mencionados. se van restableciendo, dando paso a la liberación de neurohormonas, como la serotonina, relacionada con la sensación de felicidad, la oxitocina (amor y apego) y vasopresina (aumento del vínculo de pareja). Estas liberaciones fomentan la satisfacción emocional, la confianza y la implicación, propias de relaciones prolongadas.
Una droga en nuestro cerebro
Todas estas emociones, estimuladas por la persona de la que nos enamoramos, cuentan con un alto potencial adictivo. Es por ello, que puede considerarse que el amor actúa como una droga en nuestro cerebro. Por lo que las rupturas, pueden producir un síndrome de abstinencia que acarree sensaciones obsesivas y depresivas durante las primeras fases del duelo. Por esta razón es tan crucial, tratar de culminar un duelo sano, el cual nos ayudará a restablecer nuestra paz y equilibrio, también a nivel neuroquímico.
Previniendo el desamor: terapia de pareja
Aceptar una ruptura de pareja a veces es un paso necesario, aunque resulte tan doloroso. No obstante, existen situaciones en las que la pareja, decide no optar por una solución tan drástica y acudir a terapia de pareja. Se trata de un procedimiento profesional, que busca mejorar la relación de una pareja ante problemáticas que puedan desestabilizarla. Este tipo de terapia está orientada para todo tipo de situaciones, incluso en casos en los que los motivos sean difusos o poco claros.
Cuenta con numerosas ramas y perspectivas, siendo las principales:
- Terapia de pareja sistémica. Se concibe la relación de pareja como un sistema en el que hay intercambios de normas, relaciones y roles. Desde esta perspectiva, la mayor parte de los problemas provienen del mantenimiento de roles disfuncionales (por ejemplo, un reparto del poder de decisiones, poco equitativo), problemas de comunicación o de expresión de necesidades.
- Terapia cognitivo-conductual. Su foco se centra en las creencias y expectativas de las personas sobre sus parejas y sus consecuencias conductuales. Desde este enfoque, se trabaja las expectativas sobre la relación y la pareja.
- Terapia psicodinámica. Suele detenerse en los conflictos surgidos durante la infancia como causa de los problemas actuales de pareja.
- Terapia humanista. Menos conocida que las anteriores, este tipo de terapia busca el autodescubrimiento de los miembros de la pareja. El desarrollo de la individualidad de cada miembro, producirá una unión más sólida entre ambos.
Resultados de la terapia de pareja
De esta manera, el apoyo de terapia de pareja ante las problemáticas amorosas, es una forma de tratar de resolver problemas. El conflicto es siempre parte de las relaciones humanas, por lo que normalizarlo y buscar herramientas para enfrentarlo, mejorará nuestra calidad de vida.
A pesar de ello, debemos romper con la idea de que el objetivo de este tipo de terapias es evitar una ruptura a toda costa. Es ocasiones, el desamor es la opción más adecuada a largo plazo, para nuestro crecimiento personal.