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Aunque pueda ser sorprendente, por el problema general de obesidad y sobrepeso, existen personas que al contrario que buena parte de la población, necesitan una dieta para engordar.
Recientemente he vivido de cerca esta situación, Mi madre muy delgada, a pesar de comer de manera equilibrada y con 77 años, goza de buena salud. Sin embargo, ha tenido un diagnóstico de osteoporosis. Una de las recomendaciones del médico, no solo frente a esta enfermedad, sino para mejorar su sistema inmunitario, ha sido ganar 3 o 4 kilos.
A menudo la delgadez excesiva se relaciona con una predisposición genética que tiene que ver con un metabolismo acelerado. También puede estar relacionado con una enfermedad que haya debilitado el organismo o con una situación de estrés, que altere el apetito.
Otro problema diferente es cuando existe un trastorno en la conducta con una base psicológica. Son casos complejos que requieren de ayuda especialista.
Índice de masa corporal (IMC)
Vivimos el periodo de la historia en el que mayor presión se ejerce desde los medios de comunicación, las redes sociales o la publicidad, sobre el aspecto físico. Por desgracia, los trastornos alimentarios ligados a la autopercepción de nuestra línea física son muy numerosos.
Por eso, es importante analizar de una manera objetivo el peso. El índice comúnmente aceptado por los nutricionistas es el índice de masa corporal.
Se obtiene dividiendo el peso en kilos entre la altura en metros, al cuadrado. Por ejemplo, un persona que mida 171 y pese 57 kilos, tendría un IMC: 57/(1,71×1,71) = 19,5, que como ahora veremos sería demasiado bajo.
Los intervalos se interpretan con la siguiente escala:
- Menos 20 equivale a déficit de peso y sería las personas susceptibles de una dieta para engordar.
- Entre 20 y 24, equivale a un peso sano.
- Más de 25, sobrepeso y más de 30, obesidad.
Por otro lado, según las personas se hacen mayores, estos intervalos se desplazan ligeramente hacia arriba. Y es que nuestros mayores necesitan una reserva superior de energía para sobreponerse a cualquier posible enfermedad.
Problemas de salud por estar demasiado delgado
Los riesgos en la salud por estar demasiado delgados son múltiples y se pueden acumular, destacamos los siguientes.
Anemia. Es un estado de deficiencia de hierro. Un mineral especialmente valioso ya que interviene en los mecanismos de los glóbulos rojos para transportar oxígeno a los diferentes tejidos. Su escasez provoca pues un debilitamiento y cansancio crónicos, así como dolores de cabeza y dificultad para concentrarse.
Osteoporosis. Esta enfermedad “silenciosa” puede desarrollarse sin que el paciente sea consciente. Se sabe que la presencia de músculos sanos y grasa está relacionada con una estructura ósea más grande y fuerte.
Pérdida de masa y de calidad muscular. Con implicaciones en la capacidad de hacer esfuerzos físicos y desarrollar una actividad deportiva, lo que a su vez incide en el sistema cardiovascular.
Debilitamiento del sistema inmune. Se sabe que la carencia de los nutrientes suficientes para hacer funcionar el organismo, impacta también en la capacidad de respuesta del sistema inmune.
Mayor riesgo de fallecimiento. Existe un estudio de la Universidad de Toronto que muestra la correlación entre un peso demasiado bajo y un mayor riesgo de fallecimiento. Bien es cierto que las personas que consumen drogas, tabaco y exceso de alcohol son más propensas a estar demasiado delgadas.
Por si esto fuera poco, las mujeres demasiado delgadas, tienen estos importantes riesgos adicionales:
Desarreglos en el ciclo menstrual. Entre ellos una mayor propensión a sufrir endometriosis.
Dificultades para quedarse embarazadas y embarazos de riesgo. Las mujeres que desean quedarse embarazadas tienen una mayor dificultad para conseguirlo. Y cuando lo hacen se producen mayores dificultades y riesgos de dar a luz bebés bajos en peso y desarrollo.
¿Cómo es una dieta para engordar?
Cuando se tiene el objetivo de ganar peso, es importante asesorarse por un experto nutricionista. Comer de manera variada y equilibrada es fundamental para mantener la salud. Si nuestra dieta actual no nos permite el objetivo de engordar, necesitaremos introducir cambios o comer más, pero de un modo sano.
Veamos las principales pautas:
- Debe ser una dieta hipercalórica. Tan simple como que tenemos que ingerir más calorías de las que consumimos diariamente.
- Mejor usar alimentos que suplementos. Es más sano y natural introducir alimentos variados que acudir a suplementos, pastillas o comidas preparadas.
- Una dieta equilibrada es mejor que una restrictiva. Es un error pensar que centrarse en alimentos ricos en proteínas o grasas, es la solución. En una dieta saludable las calorías se deben repartir mayoritariamente en carbohidratos, entre un 50% y 60%. También un 30% de grasas y entre el 15% y 20% de proteínas.
- Evitar tomar alimentos ricos en azúcar. Por mucho que estos aumentan tienen un impacto negativo en nuestra salud.
- Mejor comer alimentos naturales que ultraprocesados.
- Realizar ejercicio físico moderado. Por contradictorio que parezca, las personas que desean engordar, al realizar actividad deportiva mejoran su apetito. Los músculos captan más glucógeno y activan los transmisores neuronales para que comamos en mayor cantidad.
- Introducir nuevos momentos de consumo. Es mejor incorporar un tentempié de media mañana y la merienda, que realizar comidas copiosas al mediodía y en la cena.
Y por supuesto, acudir a un nutricionista o dietista, que nos ayude a establecer un régimen concreto para conseguir poco a poco nuestro objetivo.