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La hipermetropía en un ojo es uno de los problemas visuales que puede aparecer con más frecuencia de la que imaginamos. Conviene vigilar y reaccionar ante sus síntomas, especialmente en el caso de los niños, ya que puede impactar de manera importante su calidad de vida y el aprendizaje.
En este post te explicamos ¿qué es?, ¿cómo detectarla y qué soluciones ofrecen los especialistas para corregirlas?
Hipermetropía y salud de la función visual
Los ojos y la función visual, son uno de los factores que más inciden en la calidad de vida. Normalmente cuando estamos sanos, no prestamos atención. Pero cualquiera que haya sufrido alguna dolencia seria, sabe de la importancia de realizar revisiones periódicas con un especialista y de prevenir enfermedades oculares.
Cuando analizamos la tasa de incidencia y comprobamos que hasta el 10% de la población puede estar afectada por la hipermetropía, nos volvemos más conscientes de la necesidad de divulgar sobre esta dolencia.
¿Qué es la hipermetropía?
La mayoría de la población está o será afectada, en algún momento de su vida por la miopía -mala visón de lejos- o presbicia -dificultades para la visión cercana. ¿Pero qué pasa cuando al mismo tiempo falla el enfoque visual tanto de lejos como de cerca? Pues bien, en este caso es posible que estemos ante un problema de hipermetropía, que normalmente afecta a la visión corta, pero en ocasiones también puede dificultar la visión de largo enfoque.
Existen varios grados en esta anomalía, los más leves y moderados son más fáciles de corregir con la ayuda de unas lentes correctamente graduadas. En otros casos, cuando la hipermetropía es importante, puede existir la necesidad de otros tratamientos e incluso de una operación. Afortunadamente la ciencia y la tecnología han progresado y existen buenos especialistas oftalmólogos para corregir estas situaciones.
¿Por qué se produce la hipermetropía en un ojo?
Los ojos son un delicado mecanismo que permiten regular la cantidad de luz, el enfoque a distintas distancias, la visión en tres dimensiones, y generar impulsos que nuestro cerebro interpreta con imágenes de manera instantánea. ¡Toda una maravillosa sofisticación, en la que se han inspirado las grandes marcas de fotografía! Cuando los ojos son sanos, crecen con formas redondeadas, que ayudan a la proyección de haces luminosos en la retina.
Sin embargo, en el caso de los hipermétropes, el ojo se desarrolla más corto de lo normal, en su eje anteroposterior, lo que impide que los haces de luz que penetran por el cristalino, converjan correctamente en la retina. Como consecuencia, se perciben los objetos con forma borrosa.
Cuando esto se produce en un solo ojo, se conoce como anisometropía. Se considera que existe cuando hay un desequilibrio de al menos dos o tres dioptrías entre cada ojo. En el caso de los niños, cuando el grado de hipermetropía es alto, puede dar lugar a un ojo vago. Así, la falta de estimulación visual apropiada durante el crecimiento hace que el cerebro se habitúe a decodificar la información solamente del ojo sano. Produciendo una atrofia de las vías de comunicación del ojo enfermo, que no se puede corregir en la etapa adulta.
¿Se puede prevenir la hipermetropía? ¿Y los niños?
Desafortunadamente la respuesta es no, aunque existen hábitos para mejorar la salud general de los ojos, esta anomalía es habitualmente heredada genéticamente, sin que podamos impedir su aparición. Existe investigación sobre si ciertas condiciones ambientales pueden también afectar, pero el debate no es todavía conclusivo.
Sin embargo, lo que si podemos hacer es detectarla a tiempo, sobre todo en el caso de los niños, para impedir que afecte a la calidad de su función visual o que empeore el órgano ocular.
Este público es especialmente importante y sensible, ya que su organismo, incluyendo los ojos, están en fase de crecimiento y maduración. Una revisión oftalmológica completa, ya sea rutinaria (recomendable a partir de los tres años), o porque tenemos sospecha de un problema, ayuda a realizar un diagnóstico.
Cuando se corrige antes de los ocho años, ayuda a prevenir la aparición del ojo vago o ambliopía. Y también de desarrollar estrabismo, una desviación anormal de uno o de los dos ojos.