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Ikigai es un concepto japonés que no tiene traducción directa en otras lenguas. Abarca varias ideas: felicidad a través de una vocación, disfrute a través de nuestras pequeñas tareas cotidianas, motivación para levantarse y desarrollarlo a lo largo del tiempo. En japonés se desdobla en las palabras iki, “vida” y “gai”, “valioso”, algo así como el valor de hacer en la vida.
Lo interesante es que los estudios realizados parecen mostrar que esta filosofía tiene un impacto muy positivo en la salud física y mental. Y que quienes lo viven con plena consciencia e implicación, declaran tener vidas más felices y una menor incidencia de enfermedades mentales.
Japón, claroscuros en la salud mental
Japón es un país con grandes contradicciones culturales y sociales.
Algunos aspectos negativos de su salud mental son una tasa de suicidios alta frente al resto de países más avanzados. Si bien existe algo tradicional en la idea del suicidio, como una salida digna a un grave problema personal, no deja de representar un fracaso en una sociedad que pretenda ser avanzada.
Otro aspecto negativo es una cultura del trabajo muy competitiva, que acarrea un coste en salud. Ya desde la escuela, los alumnos se preparan con mucha energía para poder acceder a las mejores escuelas y de ahí a las mejores empresas. En el trabajo se impone una línea de mando vertical, muy disciplinada y con poco espacio a la flexibilidad, además de jornadas largas. Por desgracia esta vida lleva también a altas tasas de agotamiento y de “karoshi”. Como se conoce los fallecimientos por exceso de trabajo y que en Japón alcanza cotas desconocidas en otros países, más de 2.000 muertes al año.
Sin embargo, al mismo tiempo es un pais con unas cuotas de desarrollo, de organización y de respeto social admirables. Y también donde nacen algunas potentes filosofías de vida, como las que encierra el concepto Ikigai o también la idea detrás de la palabra Nankurunaisa.
Historia del Ikigai
Ikigai es un concepto, que representa toda una visión de la vida, data de muy antiguo. Se piensa que surgió en los siglos IX o X de nuestra era.
Japón no es un país de cultura uniforme, existen diferentes regiones con valores y estilos de vida variados. Las islas de Okinawa son una de las más singulares y es aquí donde el concepto Ikigai surgió y donde tiene más implantación. La prefectura de Okinawa incluye más de 150 islas que geográficamente están más cerca de Taiwan, e incluso de China continental, que de la principal isla japonesa.
Es una de las regiones relativamente más pobres y rurales del país, aunque con unos niveles de calidad de vida bastante aceptables. Y es sobre todo conocida, por ser la región del país, y del mundo, con una mayor longevidad y proporción de población con más de 100 años de edad.
Los estudios realizados por expertos en demografía y medicina, atribuyen este feliz récord a cuestiones genéticas, a su alimentación, pero también a ese estilo de vida y valores tan saludables, que representan la palabra Ikigai, o también Nankurunaisa. La gran mayoría de personas centenarias de estas islas tienen perfectamente interiorizado su Ikigai, que se plasma en una actividad concreta.
Mieko Kamiya
Mieko Kamiya es la responsable de que hoy en día se hable tanto de este concepto. Esta madre de dos hijos y psiquiatra, investigó durante los años 60 del pasado siglo, el impacto en la salud en las personas que seguían esta filosofía. Publicó un ensayo, Ikigai-ni-tsuite, en el que analiza todos los aspectos del tema.
Ha cogido nueva relevancia a partir del ensayo de Frances Miralles y Héctor García, “ Los secretos de Japón para una vida larga y feliz. Estos escritores españoles han escrito un libro que ha sido best seller a nivek mundial y que explica los sercretos detrás de esta filosofía de vida.
¿Qué es el Ikigai?
Es una manera de entender la ocupación de las personas a través de una misión vocacional y con la cuál alcanzamos sentido en la vida y rendimos un servicio a los demás. Es una actividad que llena nuestras vidas y que nos ilusiona para levantarnos cada mañana. Por tanto, tiene que ser coherente con los valores de una persona, tiene que ser algo con lo que se disfruta y tiene que ser valioso y útil, para uno mismo y para otras personas.
De manera concreta, puede venir a través de un trabajo. Por ejemplo, la actividad de enseñanza de un maestro, que le guste su trabajo y que esté fuertemente motivado por formar a sus alumnos de la forma más completa posible. También puede ser un hobby o actividad de voluntariado. Por ejemplo, unos jóvenes que formen parte de una ONG que se dedique a todo tipo de actividades para recuperar un área natural de su entorno. E incluso puede canalizarse a través de una relación personal o familiar. Por ejemplo, el afán consciente de unos abuelos por ayudar a crecer como personas a sus nietos.
Tiene algo de proyección, ya que a través del Ikigai, nos preparamos para el futuro. Trabajamos cotidianamente en un objetivo a largo plazo.
Puede ser relativamente simple, no necesariamente una vocación socialmente admirada. Tiene más de lo cotidiano, de lo sencillo pero que a la vez que nos apasiona. Nos motiva a que cada día hagamos un pequeño trabajo que alimente nuestro Ikigai.
Puede cambiar a lo largo de la vida, es decir podemos redescubrir nuestro Ikigai en distintas fases de la vida. Ya sea después de un cambio personal, tras mudarse de ciudad o al llegar a la jubilación.
Y es permanente, no nos jubilamos de un Ikigai, como sí haríamos de un trabajo. Así que es algo laborioso que nos mantiene ocupados, nos hace sentirnos útiles y nos aleja de la idea de una jubilación pasiva y solitaria.