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¿Qué duda cabe que la lasaña es uno de los platos más populares internacionalmente? Por un lado, la simplicidad de sus ingredientes: pasta extendida en cuadrados, aceite, quesos rallado y multitud de combinaciones de carne, pescado y verduras. Por otro un cocinado fácil al horno. Y finalmente ese aspecto dorado que entra por los ojos, su olor a cocina de nuestras abuelas y un sabor cremoso que se funde en la boca. Entre las opciones más sanas tenemos la lasaña de verduras. En Saludteca somos fans de las verduras locales de temporada, así que vamos a recomendarte algunas opciones según la temporada del año.
Siempre será más sana si la prepararas que si la compras congelada o preparada. Incluso si usas placas de pasta precocida o incluso un bote de besamel listo para su uso.
Historia de la lasaña
Hay que reconocer el sentido del humor y perspicacia de la prensa británica. Hace unos años se publicó en varios medios ingleses artículos oportunistas que reivindicaban el origen inglés de esta receta. Y lo hacía tras identificar un manual de recetas de 1390 vinculado a la corte del Rey Ricardo II, nacido en Francia, en Burdeos y fallecido en Yorkshire. De manera anecdótica se produjeron algunos intercambios en la prensa con la embajada de Italia, que a la postre fueron una excelente campaña de publicidad para este producto.
Aunque Reino Unido sea uno de los mayores consumidores de lasaña, en parte por la influencia de su numerosa población de origen italiano, lo cierto es que se trata de un plato de origen latino. Parece ser que ya en la antigua Grecia existía un antecedente en base a unas tortas de harina de trigo, sin levadura y mezclada en capas con salsas de crema, para ser cocinada en los primeros rudimentarios hornos. Los romanos copiaron y perfeccionaron esta receta llamándola laganum.
Durante los últimos siglos de la Edad Media aparecen versiones más o menos cercanas en recetarios de monjes en Italia e Inglaterra, pero también en otros países europeos. Al fin y al cabo, hablamos de una receta relativamente simple.
El origen italiano
Pero siendo justos, es en Italia donde se desarrolla el tipo de lasaña que más se parece a la actual. Y no en vano hablamos de una mezcla en la que se utiliza el aceite de oliva, producto mediterráneo por antonomasia. Con todo el respeto, no resulta tan atrayente cocinar la lasaña con la grasa de la mantequilla, que es la que se usaba en Inglaterra. Demos pues el mérito al cocinero Giovanni Battista Crisci, que en 1634 escribió un manual “Lucerna de Costeggiani”, donde explica cómo preparar las láminas de pasta y combinarla en capas para gratinar con queso al horno.
Pero como no hay nada más internacional que la cocina, además de dar su mérito a italianos e ingleses, debemos hacerlo también con la América latina. Y es que entre los excelentes productos que llegaron a Europa tras la llegada de españoles y portugueses, está el tomate. La salsa de tomate se inventa en 1690 en Italia.
Y es en Nápoles perteneciente en la época a la Corona de Aragón, donde se innova utilizando la salsa de tomate en diferentes platos, incluyendo la lasaña. Existe un manual local de 1881 conocido como “Il principe dei cuochi”, literalmente el príncipe de los cocineros, donde se propone añadir salsa de tomate a esta exquisita receta.
Lasaña de verduras de temporada
Nos centraremos ahora en cuáles son las verduras de temporada que podemos usar para adaptar esta receta. Y lo haremos considerando el ciclo de producción local durante las estaciones en España.
Si pensamos en las verduras de primavera y verano, podemos incluir combinar el brócoli, la cebolla, los puerros, la zanahoria, berenjenas o el pimiento
En otoño e invierno en cambio podemos optar por espinacas, coles de Bruselas y champiñones,
Si bien es cierto que algunas verduras como la zanahoria o las cebollas frescas se encuentran en la producción local durante casi todo el año.
Receta de lasaña de verduras
Para prepararla necesitaremos una bandeja para horno y una espátula y un cucharón grande para servirla sin que se desmorone.
Ingredientes para 4 personas
- 20 placas de lasaña precocidas.
- Un calabacín mediano.
- Una berenjena mediana.
- Una cebolla grande o alternativamente dos cebolletas medianas.
- Dos zanahorias medianas.
- Queso para rallar, variedad emmental o parmesano.
- 200 ml de salsa de tomate.
- Aceite y sal.
- Orégano.
- 400 ml de bechamel envasada.
Preparación
- Comenzamos preparando las placas de lasaña. Si son precocidas haya que dejarlas en remojo en una fuente de agua durante unos 10 minutos, según las indicaciones de cada marca. Con una cuchara de madera las removemos para que no se peguen, pero con cuidado de no romperlas.
- Preparamos la verdura. Pelamos y picamos la cebolla. Lavamos y sin pelar cortamos en pequeños cubitos la berenjena, calabacín y zanahorias.
- Sofreímos con un chorreón de aceite de oliva y a fuego medio la cebolla primero, que se llevará entre 5 y 10 minutos. Retiramos al dorarse. Después los calabacines, la berenjena y la zanahoria por separado y con un tiempo similar. Reservamos en un plato sin mezclarlos.
- Preparamos el horno precalentándolo a 200 grados.
- Al tiempo colocamos en la bandeja una primera base de 6 placas de pasta y encima la mitad de la salsa de tomate y de bechamel. La segunda capa será cubierta con la otra mitad de berenjenas y cebolla, además de otro poco de salsa de tomate y bechamel.
- Extendemos una última capa de pasta y completamos con el calabacín y las zanahorias más la salsa de tomate y bechamel restantes. Por encima cubrimos con queso rallado.
- Introducimos la bandeja y bajamos la temperatura a 180c. Después de unos 15 minutos observamos y cuando el queso esté bien dorado estará lista para servir.
Antes de servirla la dejamos reposar y la adornamos con unas hojitas de perejil. ¡Un espectáculo para la vista!