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Se calcula que alrededor de un 5% de la población sufrirá una crisis epiléptica a lo largo de su vida, de ellos, una pequeña parte puede sufrir crisis recurrentes. Existen medicamentos para las convulsiones que en algunos casos evitan que vuelva a aparecer esta situación. En otros al menos limitan su frecuencia y la intensidad de sus efectos.
Una crisis epiléptica se traduce en una alteración violenta y transitoria que se produce por una actividad anormal de las neuronas. Sus efectos van desde la aparición de emociones y comportamientos extraños, hasta los espasmos musculares incontrolados con pérdida del conocimiento.
Existen diferentes grados de gravedad en esta enfermedad. Es importante recibir un seguimiento médico especializado que module la medicación y que ayude a las personas a adaptar su estilo de vida ante esta situación.
Diagnóstico
Las convulsiones epilépticas pueden llegar a ser peligrosas y a provocar accidentes en las personas que las sufren. Además, quienes las sufren de manera recurrente, pueden verse afectados en su vida personal y profesional. Por eso es fundamental un buen seguimiento médico. La especialidad médica que aborda la epilepsia es la neurología. Es por tanto un neurólogo quien debe diagnosticar y realizar un seguimiento el paciente.
Existen centros especializados en neurología, que abordan los diferentes trastornos de este tipo que puedan existir. Son los que ofrecen diferentes servicios como por ejemplo la neurología pediátrica, la neurofisiología o la neurocirugía.
Además, es conveniente un buen acompañamiento psicológico para el paciente y su familia. Y es que puede ser traumático y estresante saber que existe un riesgo de volver a sufrir un ataque con colusiones. De ahí que un buen psicólogo ayude a entender y asumir esta situación. Así como a establecer hábitos que reduzcan el riesgo de la aparición de nuevos episodios.
¿Cuáles son los medicamentos para las convulsiones?
Afortunadamente ha habido fuertes avances en la medicación y tratamientos. Todos ellos están sujetos a prescripción y seguimiento médico regular.
En la mayoría de los casos, la farmacología ayuda a que no vuelva a repetirse una crisis. En otros casos es posible controlar del todo la aparición de los ataques epilépticos, en otros se conseguirá reducir su frecuencia e intensidad.
Los especialistas adecúan el tipo de fármaco y su intensidad de acuerdo con la virulencia de los episodios de convulsiones, pero también según la edad y situación de salud del paciente.
La industria farmacéutica ha desarrollado un buen número de fármacos alternativos. Sus principios activos funcionan de varias maneras. Lo más normal, reduciendo la actividad de los neurotransmisores, que son los compuestos químicos que actúan para enviar mensajes entre las neuronas. De este modo se reduce la excesiva excitación cerebral relacionada con la epilepsia. En otros casos afectando al funcionamiento químico del cerebro.
Efectos secundarios
Hay que saber que los medicamentos antiepilépticos que actúan frente a las convulsiones tienen posibles efectos secundarios. Entre los más habituales:
- Somnolencia y falta de capacidad de concentración.
- Mareos y dolores de cabeza.
- Irritabilidad y otras alteraciones en el estado de ánimo.
- Aparición de un sarpullido.
- Problemas estomacales como náuseas y vómitos. Pero también diarreas o estreñimiento.
Por eso, una de las misiones del especialista en epileptología clínica es modular el tratamiento empezando por dosis más bajas. Y paulatinamente aumentarlo hasta la cantidad óptima que controle las convulsiones y al mismo tiempo minimice sus efectos secundarios.
Es igualmente importante comprobar que no existan interacciones con otros medicamentos.
Hábitos a integrar
El control de las convulsiones epilépticas pasa por tomar la medicación de manera estricta.
- Existen también algunas pautas a seguir para reducir el riesgo de aparición en las personas que ya las han sufrido anteriormente.
- Evitar el consumo de alcohol y de drogas.
- Tener una vida ordenada, con un horario regular para dormir suficientemente para estar descansados.
- Evitar el ejercicio físico intenso y extremo.
- Evitar una hipoglucemia.
- No exponerse a luz de focos intensa, como en las discotecas. Tampoco conviene ver la televisión cerca.