Tabla de contenido
La antigua Grecia y Roma, marcan el carácter de la cultura occidental. Simplificando, uno de sus rasgos es la orientación hacia la acción y la actividad, como motores de nuestras sociedades y vidas. Debemos mucho a ambas civilizaciones clásicas. Son las precursoras del Derecho, del deporte, de la literatura, el teatro, la política y la organización del Estado. En contraposición, las culturas orientales asiáticas han penetrado menos en la historia europea. Algunas han estado interesadas en la contemplación y la meditación, como guías de un equilibrio personal.
Más allá de las razones históricas que explican el estilo de vida occidental, nuestra cultura ha logrado unos niveles de bienestar económico y social, desconocidos en la historia de la humanidad. Pero desafortunadamente también, un nivel de estrés y de ansiedad, difíciles de gestionar.
En este sentido, es revelador el descubrimiento desde hace pocas décadas, de los beneficios de la meditación y de otras técnicas de relajamiento y de búsqueda de la Paz interior. El mindfulness es una adaptación occidental de las técnicas de meditación asiáticas.
Beneficios de la meditación
Originalmente, en culturas como la hindú, la meditación tiene que ver con una visión espiritual del ser humano. Entendiéndolo como la búsqueda de la trascendencia, es decir salir de uno mismo y conectar plenamente con una realidad exterior, tanto en otras personas como en la naturaleza.
Pero más allá de esta visión, la medicina ha descubierto los beneficios sorprendentes de técnicas como el yoga, la meditación y otras similares.
En primer lugar, la reducción del nivel de estrés y de ansiedad, en todo tipo de personas y situaciones. Esta reducción es muy llamativa después de varios meses de ejercicios. Afecta tanto el estado general de ánimo, como a la respuesta inmediata a un momento de presión psicológica repentino. Y esto tiene consecuencias en la salud mental, pero también física, con, por ejemplo, una bajada del nivel de tensión arterial.
Otro aspecto de la meditación es el aumento de la capacidad de concentración. En una sociedad con tanto “ruido” y dispersión, en parte provocado por el uso de tecnologías, esta es una enorme ventaja. Cuando somo capaces de concentrarnos de manera natural, reducimos el flujo o ruido de pensamientos que la mente genera de manera autónoma y que tienden tendencia a desestabilizar nuestro equilibrio personal.
Tercero, ayuda a concentrarse en el momento y circunstancias personales actuales. A vivir el aquí y ahora. Nuevamente una actitud que mejora el equilibrio personal. Sabemos que las personas ancladas en el pasado, pueden sufrir depresión. Y aquellas abrumadas por las incertidumbres del futuro, caer en la ansiedad. En cambio, quienes saben vivir disfrutando con sencillez de los pequeños detalles de su día a día, se encuentran con mayor paz y felicidad.
Cuarto, mejora la creatividad, que es un gran motor para buscar una mejora en cualquier momento de la vida. Efectivamente al reducirse el ruido mental, se mejora la conexión de los dos hemisferios cerebrales. Lo que mejora la capacidad de ser creativos e imaginativos para buscar soluciones a cualquier problema personal.
Quinto, mejoramos la capacidad de relacionarnos socialmente y de ser más tolerantes. Al estar en un estado mayor paz, las personas están también más abiertas a un diálogo y relación más profunda con el otro.
Por último, se desarrolla la paciencia, es decir la adaptación al ritmo natural de las cosas. De nuevo de este modo disminuimos el estrés y nos situamos en un estado de serenidad.
En definitiva, la meditación contribuye a conseguir un estado de serenidad y paz interior, que mejoran el bienestar emocional. Y este estado se sabe, que tiene una incidencia inmediata en la salud física.
¿Es difícil hacer meditación?
Existen técnicas bastante sencillas para empezar a hacer ejercicios de meditación.
Una ventaja es que no requiere ninguna inversión económica, aunque eso sí, mucha constancia. Los expertos de estas técnicas muestran que los beneficios aparecen, solo después de unos dos o tres meses. Y siempre que le dediquemos un mínimo de 15 o 20 minutos, de manera diaria, o al menos cinco días a la semana.
Para facilitarlo, podemos buscar esos 15 o 20 minutos en diferentes momentos del día. Desde el transporte al trabajo, hasta un paseo o la espera en un consultorio médico.
Ejercicio sencillo de meditación
En próximos posts te propondremos algunos ejercicios concretos de meditación. Aquí te planteamos uno de los más sencillos.
Busca un lugar tranquilo y en silencio en tu hogar, o mejor, en un parque. En una silla o banco cómodo, siéntate con las piernas ligeramente abiertas y con las plantas de los pies enteramente apoyadas, relajadamente en el suelo.
La espalda erguida y los hombros relajados, colocando los brazos y manos extendidos, sin forzar la posición, sobre los muslos. Las palmas de la mano ligeramente hacia arriba, sin llegar a forzar las muñecas. El cuello relajado, ligeramente arqueado hacia delante. Los ojos entreabiertos o cerrados. Intentamos que todo el cuerpo se relaje sin cambiar la posición y recorremos despacio, mentalmente, cada rincón de nuestro cuerpo empezando por las plantas de los pies.
Nos concentramos en la respiración, procurando inhalar y expirar profundamente. Nos concentramos durante unos minutos en la respiración.
Si algunos pensamientos nos abordan, intentamos silenciarlos y volver a concentrarnos en nuestro cuerpo o en la respiración. Intentamos que nuestra mente esté lo más relajada posible, sin pensar en nada, concentrados en las sensaciones corporales.
Mantenemos este ejercicio durante al menos 15 minutos, cuando nos hayamos habituado pasamos a 20 minutos.
Cuando terminemos, caminamos a un paso tranquilo, disfrutando tranquilamente de la visión del parque o del lugar en que nos encontremos. Aprovechamos para dar gracias por los pequeños goces de nuestra vida y la presencia de nuestros seres queridos.