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El concepto de motivación intrínseca fue utilizado por primera vez por los psicólogos norteamericanos Edward Deci y Richard Ryan. Su teoría de qué mueve a las personas a implicarse y ser constantes con sus actividades, se considera como una de las más completas para explicar la conducta humana.
Llevándolo a ejemplos extremos, ¿qué es lo que hace que Cristiano Ronaldo o Rafa Nadal bien pasados la treintena continúen compitiendo profesionalmente? Y eso a pesar del enorme reconocimiento que ya tienen, las destacables fortunas o su palmarés irrepetible. Más tras un enorme desgaste físico y mental. La respuesta es … su motivación intrínseca.
Motivación extrínseca o la conducta utilitaria
La mayoría de las personas cuando valoran qué es la motivación, consideran dos opciones, las ganas de hacer o no hacer algo. Sin embargo, la psicología muestra que las cosas no son tan simples. Existen muchos matices sobre la voluntad y la perseverancia que ponemos en nuestras acciones, también de cómo los factores externos e internos nos influyen para estar motivados.
Uno de esos matices importantes es de dónde procede la fuente de nuestra motivación. Así, la mayoría de las personas pasan muchos tiempo haciendo actividades de una manera utilitarista o por presión externa. Vamos a trabajar por un salario, estudiamos para aprobar un examen. Realizamos la compra y cocinamos porque necesitamos comer. Pagamos impuestos o tickets de transporte para evitar riesgos, etc.
Pues bien, a todo lo que hacemos por una cierta presión social o personal es a lo que llamamos motivación extrínseca. A la conducta que busca un fin, cualquiera que pueda ser. No hay nada malo, es algo completamente normal en nuestras vidas y contribuye a su buen funcionamiento.
¿Qué es la motivación intrínseca?
Ahora bien, ¿qué pasa cuando realizamos actividades, tenemos aficiones o elegimos una carrera profesional simplemente porque nos encanta? Es decir, por el profundo placer interno que nos produce realizar estas acciones incluso cuando no conseguimos grandes resultados. Dicho de un modo muy castizo, “porque nos da la gana”. Pues esto es lo que se conoce por motivación intrínseca.
Es importante porque se relaciona con necesidades de autorrealización, de sentirse competente y de crecimiento personal. Por eso nos producen ese goce realizar la actividad en cuestión. Hasta el punto de que embelesados, podemos perder la noción del tiempo mientras la realizamos, lo que se llama en psicología un “estado de Flow”. Todo lo contrario que la procrastinación,
La paradoja del premio en la motivación intrínseca
Una de las cosas más curiosas que se han comprobado, es que cuando a una persona fuertemente motivada internamente por una actividad, se le ofrece un premio material, su motivación de hecho desciende. Este fenómeno es conocido como el «efecto de sobrejustificación.»
Por ejemplo, si un niño disfruta dibujar por placer (motivación intrínseca) y luego empieza a recibir recompensas por cada dibujo que haga (motivación extrínseca), podría dejar de disfrutar la actividad espontáneamente y solo hacerlo por la recompensa. Si en algún momento dejan de darle premios, es probable que pierda interés en dibujar.
Este es un ejemplo claro de cómo las recompensas externas, en ciertas situaciones, pueden tener el efecto contrario al deseado y reducir la motivación inicial.
¿Cómo motivar a niños y niñas?
Después de este análisis puede que te hayas preguntado, ¿qué puedo hacer para motivar a los más pequeños? ¿Cómo hacer que se apasionen por algo? En realidad, de la misma manera que a los adultos, ayudándoles a descubrir qué es lo que les sale de dentro, qué es lo que de manera absolutamente natural les gusta hacer.
Si eligen la música, algún deporte, pintar, profundizar sobre alguna asignatura del colegio o cualquier otro campo, la labor del adulto es facilitar que puedan ejercerlo siempre que sea posible. Pero siendo ellos quienes marquen el ritmo o tomen la iniciativa. Nunca haciéndoles sentir nuestras expectativas sobre lo que hacen.
Otras claves para fomentar esta motivación son las siguientes:
Fomentar la autonomía
Permitir que, aunque sean pequeños tengan el máximo control sobre sus acciones, decisiones y cómo realizan las tareas. Cuando sienten que tienen la libertad de elegir, su motivación interna aumenta.
Promover la competencia
Asegurarse de que se sientan capaces y tengan la oportunidad de mejorar sus habilidades. Los desafíos moderados que se alinean con el nivel de habilidad del niño, y en los que pueda progresar, refuerzan la sensación de competencia.
Fomentar la curiosidad
Crear situaciones en las que tenga que explorar, descubrir y resolver problemas por su cuenta, alimentando su curiosidad y deseo de aprender.
Crear un ambiente de apoyo
El apoyo emocional y la validación de los esfuerzos ayudan a que los niños, como también los mayores, se sientan seguros de experimentar y cometer errores. Esto refuerza la sensación de control sobre su aprendizaje y su proceso.
Proporcionar retroalimentación positiva
Reconocer los esfuerzos y logros de manera que se resalte el progreso y las capacidades desarrolladas, sin enfocarse solo en los resultados o premios. El reconocimiento sincero refuerza la autoestima y la motivación intrínseca.
Ejemplo: Decir «¡Qué interesante tu enfoque en este problema!» en lugar de simplemente dar un premio o una calificación alta.
Evitar el uso excesivo de recompensas externas
Como ya hemos dicho y aunque parezca contraintuitivo, hay que limitar las recompensas externas. Las recompensas inesperadas pueden funcionar como refuerzos, pero no deben sustituir la satisfacción interna de los niños.