Recientemente realicé un vuelo internacional y por un problema relacionado con una huelga, no había sándwiches ni alimentos frescos a bordo. En cambio, se nos propuso snacks y bebidas. Como era mediodía y no había tenido tiempo de prepárame unos bocadillos, solicité el menú snack, en el que apareció este mítico snack, Pringles, ¿qué es realmente?
Se trata de uno de los aperitivos más extendidos en el mundo. Se venden asimilados a las patatas fritas. Aunque realmente es un producto menos natural que unas verdaderas patatas fritas, ya que se realiza a partir de una masa de patatas previamente deshidratadas, a las que además se añaden otros ingredientes.
Su enorme éxito, se debe a sus atractivos envases de cartón cilíndricos, con un sistema de cierre hermético, mucho más práctico que las clásicas bolsas de plástico. El sabor apetitoso y su textura crujiente. Sus variedades con variedades de sabores de moda. El tamaño de cada patata, perfectamente adaptado a la boca. Y por supuesto, las estudiadas campañas de marketing y promoción.
Ahora bien, cabe preguntarse, ¿son sanos los Pringles?
Historia de Pringles
Este aperitivo fue lanzado en EEUU en 1967 por la multinacional Procter and Gamble, también conocida como P&G. Hablamos de una las mayores empresas de gran consumo mundiales. Más tarde en los años 90, fue introducida en Europa con fuertes campañas promocionales y a un precio elevado.
En 2012, otra multinacional norteamericana, Kellogg’s, compró la marca por más de 2.000 millones de euros, lo que hace una idea de la magnitud de sus ventas.
Con los años, el fabricante ha tratado de mantener ese delicado equilibrio entre un sabor potente y adictivo, con una lista de ingredientes dudosa. En parte se ha reducido el contenido de azúcar y sal, aunque sigue entrando de lleno en la dudosa categoría de alimentos ultraprocesados.
Como curiosidad, Fred Baur, el químico orgánico que inventó y desarrolló el producto y su proceso de fabricación, falleció en 2008. En su testamento solicitó que parte de las cenizas de su incineración, fueran depositadas dentro de un envase de Pringles, como así se hizo.
Pringles, lista de ingredientes
La lista se compone de los siguientes productos:
- Patatas deshidratadas, suponen entre el 40% y el 50% de su contenido. Por tanto, no se pueden considerar como verdaderas patatas fritas.
- Aceites vegetales de girasol y maíz. En principio una parte sana del producto, aunque como luego veremos, el proceso de fritura a altas temperaturas tiene riesgos.
- Harina de arroz y harina de maíz, ayudan a obtener su sabor.
- Almidón de trigo, es un carbohidrato aislado de la proteína del trigo. Se usa en la industria como estabilizante y espesante, es decir para dar volumen, no es interesante desde un punto de vista nutricional.
- Emulgente E471, se emplea para mantener un nivel de humedad en el producto y evitar que quede demasiado reseco. En grandes dosis dificulta la absorción de ácidos grasos esenciales y afecta al riñón e hígado.
- Maltodextrina, se usa para mejorar el sabor. Es una especie de harina a partir de maíz, arroz, almidón de papa o trigo. Es un ingrediente altamente procesado que que sube el nivel de azúcar en sangre.
- Colorante, norbixina de annato. Un colorante natural que no presenta riesgo.
- Sal, que como sabemos se consume en exceso en occidente.
- Algunas variedades contienen azúcar, otro ingrediente a vigilar.
Aunque como otros productos similares, el fabricante ha reducido el contenido de azúcar y sal respecto a hace unos años, se trata de lo que llamamos un alimento ultraprocesado. Es poco natural y sano. Por tanto a evitar, o a consumir muy excepcionalmente y con moderación.
Elaboración y acrilamida
Otra de las críticas que se hace a este tipo de productos, son los procesos industriales a los que se somete a los ingredientes para obtener el producto final. Son sofisticados tratamientos térmicos y mecánicos, que alteran la calidad de los nutrientes.
Desde la deshidratación para manipular algunos ingredientes, pasando por la posterior rehidratación, mezclas y frituras a altas temperaturas. Se sabe que en general los carbohidratos que se calientan a altas temperaturas en aceite producen acrilamida. Una sustancia potencialmente cancerígena.
Un truco para que las patatas fritas caseras reduzcan el nivel de esta sustancia, es dejar las patatas en remojo, al menos media hora antes de freírlas. Incluso hasta dos horas, en que se reduce a la mitad.
Así pues, como conclusión, mejor unas verdaderas patatas fritas que pringles. Pero incluso en el caso de las primeras, con moderación y excepcionalmente, por su alto contenido calórico y sal.