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Todo el mundo está familiarizado con el fast food, ese estilo de comida que aunque con sabores agradables no suelen ser de buena calidad e incluso puede resultar perjudicial para la salud, pero que ahorra mucho tiempo en ir a comprar ingredientes y en preparar la comida.
En cambio, todavía hoy, poca gente ha oído hablar del slow food o comida lenta, el modo de comer en el que se presta especial atención a elementos como la calidad de los alimentos, la procedencia de los ingredientes, los utensilios utilizados y el modo en que se preparan.
Pues de este nuevo concepto que promueve el consumo de productos saludables, de calidad y sostenibles, queremos hablarte hoy. Analizaremos los beneficios de apostar por el slow food y de cómo empresas como la de Productos Hosteleros proporcionan suministros de hostelería que facilitan enormemente la tarea de apostar por este tipo de cocina lenta.
¿En qué consiste el slow food?
El slow food surge de la mano de Carlo Petrini en 1986, en Roma, cuando un McDonalds abrió al lado de la escalinata de la Plaza España de la ciudad, lo que indignó a muchos periodistas quienes querían resaltar la importancia de disfrutar de la comida casera y de calidad, preparada con productos frescos y degustada con total tranquilidad.
En el año 2004, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA o FAO por sus siglas en inglés) reconoció como una asociación sin ánimo de lucro que promueve hábitos saludables y sostenibles.
Así que podemos definir el slow food como un estilo de vida pausado, en el que se respetan la buena alimentación, la ética en el consumo, la calidad de las materias primas y las herramientas utilizadas, el respeto por la tradición culinaria y la preocupación por la justicia social.
¿Qué beneficios tiene el slow food?
Según la especialista del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), Mayra de la Torre Martínez, este tipo de comida aporta grandes beneficios para la salud, pues este método de cocinar mantiene mejor los nutrientes que tomamos. De hecho, los efectos positivos de este estilo de alimentación hacen que:
- Se reduzca el riesgo de padecer y desarrollar alergias a los alimentos.
- Sea más sencillo mantener un peso saludable, gracias a los productos naturales.
- Los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre disminuyan.
- Se tengan menos probabilidades de desarrollar enfermedades crónicas.
- Mejore el estado de ánimo y aumenta la confianza en uno mismo.
- La digestión sea más fácil pues se mastica más despacio y mejor.
Pero mejorar la salud física no es el único incentivo que motiva a cada vez más gente a adoptar el slow food. Y es que, a través de practicar la comida lenta, también podrás:
- Reeducar tu sentido del gusto al probar los verdaderos sabores naturales de los ingredientes con los que se elaboran las comidas.
- Comer comida más variada que impide que te aburras, ya que el slow food fomenta el uso de frutas, legumbres, verduras, pescado, huevo, carne, etc.
- Volverás a disfrutar de la hora de la comida, pues ya comerás con estrés, engullendo los alimentos, si no que será un momento de deleite.
- Ser eco-responsable, ya que la comida lenta apuesta por los cultivos sostenibles que impacten lo menos posible en el medio ambiente.
- Tener una mayor concienciación sobre el origen de las materias primas y el impacto social que tiene su producción.
¿Cómo puedes incorporar el estilo de vida de la comida lenta?
Son tantos los beneficios del slow food que muchas personas están intentando adoptarlo en su vida diaria. Si tú también quieres cambiar la relación que mantienes con la comida y comenzar a valorar la tradición, la calidad y la sostenibilidad, puedes seguir estos consejos:
- Comprar ingredientes en puestos locales o directamente de los agricultores de tu zona.
- Infórmate sobre la procedencia de los alimentos que tomas.
- Utiliza menaje de cocina de calidad duradero para no crear residuos.
- Dedica tiempo a cocinar en casa y experimenta con las recetas de siempre.
- Evita en lo posible consumir alimentos procesados y opta siempre por los más frescos.
- Come despacio, sin prisa, apreciando cada bocado y los ingredientes.
Aunque pueda parecer algo complicado a simple vista, el esfuerzo merece la pena. Adoptar el slow food como forma de vida te ayudará a mejorar tu salud y bienestar, a la par que contribuyes a crear un mundo más justo y sostenible.